La visión existencial que Ayn Rand tenía alcanzaba su mejor expresión en la vista de la gran ciudad de Nueva York, la que consideraba un monumento al logro humano, de la mente, de la gloria que se puede alcanzar con ella.
Toda su filosofía describe explícitamente y elogia las bases filosóficas de tal proeza y de otras similares: una mente racional pensante, procesos lógicos, la búsqueda del auto-interés propio mediante el libre comercio y el rediseño del mundo a imagen de los más altos ideales del hombre.
Vivió gran parte de su vida allí, y un 6 de Marzo de 1982 murió en esta misma ciudad.
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