Mujer Poeta y Artista Plástica Argentina- Española ... Cuesta entenderse cuando el tener nos esclaviza y se está lleno de ataduras... Te falto coraje para romper con los miedos y mi libertad es obscena... Clama ante tanto convencionalismos y estructuras impuestas! Mané
lunes, 5 de julio de 2010
El regalo... tu palabra...
Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.
El jóven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha.
Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.
Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos, todos, se dirigieron a la plaza de la ciudad y el jóven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-.
Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible.
Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.
Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron; - ¿ Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿ Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?.-
El maestro les preguntó : Si alguién llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿ a quién pertenece el obsequio? - A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.
-Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos- dijo el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los lleva consigo.-
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1 comentario:
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