viernes, 25 de noviembre de 2011

Meditación sobre las ilusiones

Se ha dicho que cuando un ser humano alcanza la Maestría, nada lo ha­ce infeliz. También se ha dicho que existe un gran secreto que permite que los Maestros lleguen a ese estado.

Ya te he hablado de este secreto pero no lo he llamado "el secreto". De modo que, quizá no hayas comprendido que esta información es la clave de todo.
Aquí te doy de nuevo la información. He aquí el secreto:
No existe separación.
Esta información puede transformar la manera en que experimentas la vida. Esta información se puede convertir en una simple afirmación que incorporada a tu vida cotidiana, pondría tu mundo boca abajo:

Todos Somos Uno.
En realidad lo que hace es ponerlo boca arriba, puesto que cuando te percates de que sólo existe Una Cosa, una Única Realidad, Un Ser Úni­co, entonces comprenderás que, en cierto modo, el Ser Único hace y de­be hacer siempre su voluntad.
En otras palabras, no existe el fracaso.
Cuando alcances este nivel de claridad, también verás claramente que, al no haber posibilidad de fracaso, el Ser Único no puede carecer de nada.
Por tanto, no existe la necesidad.
Gracias a la iluminación, de pronto todas las fichas de dominó caen una tras otra. La construcción de sus ilusiones se derrumba. No se desmo­ronan las ilusiones sino las estructuras mentales que ellas fundamentan, o sea, las historias culturales sobre las cuales han construido su vida.
Estas historias son mitos, desde la historia sobre lo que supuesta­mente se necesita para que la vida funcione, hasta la historia imaginaria de cómo comenzó. No tiene nada que ver con la Realidad Máxima.
Para que tu especie pueda progresar en su evolución, primero debe cancelar estas historias. Puede lograrlo de diversas maneras; la más efec­tiva es el silencio.
En el silencio encontrarás tu verdadero ser. En el silencio escucharás la respiración de tu alma y la de Dios.
Te lo he dicho muchas veces y te lo diré una vez más: Me encontrarás en el silencio.
Medita todos los días. Pregúntate: ¿Puedes dedicar a Dios quince minutos por la mañana y otros quince por la noche?
Si no puedes, si no tienes tiempo, si tu horario es demasiado apreta­do, o sencillamente tienes demasiadas cosas que hacer, entonces es que has quedado atrapado en el Maya, en la ilusión, de un modo más pro­fundo de lo que te imaginabas.
Pero no es demasiado tarde; nunca es tarde para alejarse de la ilu­sión, para verIa como es ni para utilizarla con el fin de experimentar la Realidad Máxima de Quién Eres Realmente.
Comienza por apartar una pequeña parte de tus horas de actividad, con eso basta para volver a comulgar conmigo.
Te convoco a entrar en comunión con Dios. Te invito a vivir un en­cuentro con el Creador.
En el momento de la comunión, sabrás que la unidad es la verdad de tu ser. Y cuando salgas de tu meditación, comprenderás y podrás dedu­cir que la negación de esta verdad es la que perpetúa los efectos negati­vos de la ilusión.
La ilusión tenía el propósito de ser tu alegría. Debía servirte como herramienta. Su intención nunca era la de ser una carga, pesar, sufri­miento o tribulación. Dejarás de percibirlo así cuando comprendas la Realidad Máxima: no existe la separación.

No existe separación de nada ni entre nada. Sólo existe la unión. Sólo existe la Unidad.
No están separados unos de otros, ni de ninguna parte de la Vida, ni de Mí.
Como no existe la separación tampoco hay insuficiencia, ya que la Unidad que Existe se basta a sí misma.
Como no existe la 'insuficiencia, tampoco hay requisitos, ya que cuando no se necesita nada, no es necesario ningún requisito para obte­nerlo.
Como no hay que hacer nada, no habrá un juicio para ver si se ha cumplido o no.
Como no serán juzgados, tampoco podrán ser condenados.
Como no serán condenados, se darán cuenta por fin de que el amor es incondicional.
Como el amor es incondicional, no existe nada ni nadie superior en el reino de Dios. No existen clasificaciones ni jerarquías; no son más amados unos que otros. El amor es una experiencia total y completa. No es posible amar un poco o amar mucho. El amor no es cuantificable. Se puede amar de formas diferentes pero no en grados diferentes.
Recuérdalo: el amor no es cuantificable.
El amor está presente o no lo está y, en el reino de Dios, el amor siem­pre está presente, porque Dios no es el distribuidor del amor, Dios es Amor.
Ahora bien, te he indicado que tú y Yo somos Uno, y es verdad. Estás hecho a mi imagen y semejanza. Por lo tanto tú también eres amor. En una palabra, eso Eres Realmente.
Tú no eres el receptor del amor, sino precisamente eso [el amor] que desearías recibir.
Este es un gran secreto -, conocerlo cambia la vida de las personas.
La gente dedica toda su vida a buscar lo que ya tiene. Lo tiene, por­que lo es.
Para tener amor lo único que hay que hacer es ser amor.
Ustedes son mis amados, todos y cada uno de ustedes. Nadie merece más amor que nadie, puesto que nadie es más Yo que nadie, aunque algunos Me recuerdan más y, por tanto, se acuerdan más de sí mismos.
De manera que no te olvides de ti.
Amado mío, sé amor.
Hazlo para conmemorarme.
Como todos ustedes son parte de Mí, parte del Cuerpo de Dios, al in­corporar a su memoria Quiénes Son Realmente, sucederá de modo lite­ral: volverán a formar parte de un solo cuerpo.
Un ser.
Recuérdalo.
Como no existe la superioridad, no hay unos que sepan más que otros. Hay algunos que recuerdan más que otros lo que siempre han sabido.
La ignorancia no existe.

He venido para decirte una vez más que ésta es la verdad: el amor es incondicional. La vida es infinita. Dios no tiene necesidades. Y tú eres un milagro. El milagro de Dios hecho hombre.
Esto es lo que has deseado saber desde el principio. Es lo que siempre ha sabido tu corazón y lo que tu mente ha negado. Es lo que te ha murmurado tu alma una y otra vez, sólo para ser silenciada por tu cuerpo y por los que te rodean.
Las mismas religiones que te han invitado a conocerme te han pedido que Me niegues, pues te han dicho que tú no eres Yo y que Yo no soy tú, y que tan sólo pensarlo es un pecado.
Te dicen que no somos uno, sino Creador y criatura. Sin embargo, el que te rehúses a aceptarme y a reconocerte como uno conmigo ha sido el origen de todo el dolor y todas las penas de tu vida.
Te invito a participar en un encuentro con el Creador.
Lo encontrarás en tu interior.




Comunión con Dios
Neal Donald Walsh

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