aunque se nieguen sus modos
su concepción del mundo
y su testimonio.
Su nombre, Dios lo sabe
y determina su trascendencia
hacia el otro comienzo,
a otra exigencia
a la condición humana misma.
A la extraña otredad
desde las entrañas.
A no olvidarse.
A mirarse a los ojos
A sentir lo sagrado
en todo lo que es
de la esencia del Ser.
A Ser mamá
y tú por toda la eternidad,
a ser el hijo,
celebrando el misterio divino
con sed de beber
el agua viva
Mané Castro Videla
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