domingo, 23 de agosto de 2015

Hoy, tan solo Amor



Fue con Platón que el amor tuvo un significado tan central y complejo que lo llevó a describir, clasificar y referirse a él en todas sus obras.
En “El Sofista” lo considera un modo de caza y en “Fedro” una locura, un poderoso dios.
En “Leyes”, Platón dice que puede haber tres clases de amor: el del cuerpo, el del alma y la mezcla de ambos; y que en general el amor puede ser legítimo o bueno e ilegítimo o malo.
El amor malo no es el del cuerpo sino el que se siente cuando no importa el alma ni la luz que producen las ideas en el cuerpo.
El cuerpo debe amar con el alma. El amante puede ver en el cuerpo el reflejo del alma de su amado, valores que no pueden ver los que no aman.
El amor para Platón siempre es amor a algo y es un fluctuar entre el tener y el no tener.
El amante aspira hacia lo amado y el acto de amor engendra en la belleza.
El amor a las cosas o a las personas singulares es un reflejo del amor a la belleza absoluta, o sea a la idea en sí de lo bello (Banquete)
El amor verdadero y puro permite que el alma pueda contemplar lo ideal y eterno.

Plotino nos dice que el amor es del alma a la inteligencia y hace que la realidad perciba su fuente (Enéadas).



Para Sartre, la emoción es una manera de ser de la conciencia, una función irrealizante, irracional, que forma parte de lo mágico.
El otro, con su mirada, nos define, nos cosifica, nos quita la libertad; y el entendimiento humano es imposible.

Para Ortega y Gasset el amor hacia alguien en particular nace de lo más profundo de la personalidad anímica, es la preferencia más íntima y arcana que forma parte del carácter individual.
La belleza que atrae es raro que coincida con la belleza que enamora, porque no suele transformarse en interés verdadero y amoroso entusiasmo; se la puede admirar pero no se la ama.

            Mis dos amores... mis locos bajitos... Mis Principes


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