miércoles, 31 de agosto de 2011

El Retorno de mi bella amiga Rosa María Lopez

DEDICADO A TODAS MIS HERMANAS 
·       POR ESO SOLO, POR ESO…….
Solo para recordarte mujer,

Que eres diosa inmortal.
No consientas que nadie te engañe,
No dejes mujer que la gente amargada
Te roben tus sueños, que rompan con odio tu identidad.
Porque tu mujer eres diosa inmortal,
Princesa, reina, hada…. El personaje que elijas,
Porque tu mujer eres la DIOSA.
·      Por eso, solo por eso
He regresado mujer, de lejos,
De donde solo los valientes regresan,
Del reino de las luces blancas.
Yo no deje que la negrura de la gente amargada
Me atrapara, porque  vestida de rojo
Sobre caballo negro, esta amazona, siempre cabalga,
Sin armadura, escudo, montura ni lanza.
Y no le tiene miedo a nada.
·      Por eso, solo por eso

Solo regreso con mi corazón rojo,
El vestido blanco de mi alma,
Los colores del arco iris en la paleta y en las palabras,
Y la verdad, siempre la verdad,
En los hechos las mirada y palabras.
Que con el corazón en la mano
 Y fuego en la mirada. No le tengo miedo a nada
·      Por eso, solo por eso
Esta Diosa hermanas,
Se ha enfrentado en muchas vidas
A miles y miles de batallas,
Por eso me disfrazo, como el camaleón
Para participar en la batalla,
Y ganar, ganar siempre, con el corazón, los colores
Y la ropa de Diosa Blanca que viste solo mi alma.
·      Por eso, solo por eso
He regresado a este campo de batalla
Para que tu mujer, hermana, amiga y Diosa inmortal,
Te vistas con tus mejores galas
Y que con el fuego de tu mirada,
Sin palabras, le grites al mundo,
ESTE CANTO DE ALABANZA
“Yo soy Diosa inmortal, disfrazada
De hija, amiga, novia, madre, amante, hermana,
Que no se confunda nadie, ahora la Diosa se encarna
En mujer joven, actual, con distintas ropas, costumbres, situaciones y razas.
·      Por eso, solo por eso
Pero que no se confunda nadie,
Que en siglos no ha habido ni habrá nadie
Que a una Diosa inmortal venza
 En el campo de batalla.
Que no intente dominarla nadie
Porque siempre ha sido y será
LA MATRIARCA”
·      Por eso, solo por eso
Hermana, he regresado del lugar
De donde solo viven las almas,
Porque soy Capitana de guerreras, amazona,
Artista, mujer amiga amante, madre y hermana.
Porque queda mucho trabajo que hacer
En este campo de batalla.
Que somos muchas las Diosas capitanas,
Que regresamos aquí, para guiar a nuestras hermanas,
Guerreras blancas de luz, amigas, hijas, madres, amantes,
Al fin todas somos hermanas,
Que venimos de la misma estirpe,
LA DE LAS DIOSAS
Almas inmortales,  cada una con la piel de su raza,
Con las únicas armas de su corazón rojo,
Su alma blanca, y ese fuego en la mirada.
Porque nos hicieron únicas,
Por eso se nos dio el don
De crear vida en nuestras entrañas.
Por eso bajamos a este planeta tierra,
Que tiene nombre de mujer, Gaya,
Y crea toda la vida que nos rodea,
Desde lo profundo de sus entrañas.
Por eso nos busca el hombre,
Porque La tierra creo a sus hijas
LAS MATRIARCAS.
DIOSAS INMORTALES,
Y les dio como  compañeros a los Dioses
Para que pudieran fecundarlas.

Este es el milagro de la vida, mujer Diosa hermana
El amor que riega eternamente toda la creación,
La  energía sagrada. La que riega el cosmos.
Y la Diosa tiene un papel importante en esta Sinfonía Grandiosa, Sagrada.
      Por eso, solo por eso
Regrese de donde pocos regresan,
Para que reconozcas tu papel de Diosa,
Mujer, madre, hija, amiga, hermana.
No permitas que la gente amargada te robe tu sueño
Tu identidad y tu blanca alma.
Cuéntales a todos, al Mundo, quien eres,
 Solo con el fuego de tu mirada.
Cuál es tu identidad, y la razón de tu vida sagrada.
El por qué bajaste aquí,
A esta familia, a este pueblo, a esta raza.
Pero no se lo cuentes con las palabras,
Hazme caso, hermana, utiliza los ojos,
Que son las ventanas del alma.
Y cuando veas que alguien no te sostiene la mirada.
No pierdas el tiempo hermana,
Que esa no es un alma blanca,
No es de la estirpe de Dioses y Diosas
Y no va a entender nada, y menos
 Si se lo explicas con palabras.
Sigue tu camino hermana, que tenemos mucho que hacer en este campo de batalla, que esta, es nuestra guerra sagrada,
LA DE LA INMORTALIDAD Y LA LIBERTAD DEL ALMA
·      Por eso, solo por eso, baje aquí, para explicártelo con mis armas, los colores, la música y las palabras.
Autora: Rosa López,  30/04/2011
En El Ejido,  ALMERIA


Mil Graciasss !!!
mi querida hermana y amiga Rosa María por tu palabra
y tu presencia en mí
Abrazo tu alma
Mané


sábado, 27 de agosto de 2011

La Onda Verde

Nos llega este e-mail desde México… “En la fila del supermercado el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras, ya que las bolsas plásticas no eran amables con el medio ambiente. La señora se disculpa y explica:

  
'Es que no había esta onda verde en mis tiempos.' El empleado (un chavito con cara de perdonavidas) le contesta: “Ese es justamente nuestro problema ahora, señora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente.” “Tienes razón”, contesta la viejita, “nuestra generación no tenía en sus tiempos esa onda verde. En aquel entonces las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban. Pero no, no teníamos onda verde en nuestros tiempos. Subíamos las gradas, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina.
Caminábamos al almacén en lugar de subir a nuestro auto de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitamos recorrer dos cuadras. Pero tienes razón. No teníamos la onda verde en nuestros días. Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios: la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa.
Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Pero es cierto: no teníamos una onda verde en aquellos días. En ese entonces teníamos solo un televisor o radio en la casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantallota del tamaño de un estadio que ¿cómo se desechan?
En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hicieran todo por nosotros. Cuando empacábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plastoformos o bolitas plásticas que duran cinco siglos en comenzar a degradarse. En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el pasto; usábamos una podadora que funcionaba a músculo; hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que también funcionan con electricidad.
Pero estás en lo cierto: no había en esos tiempos una onda verde. Bebíamos directamente de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas plásticos cada vez que teníamos que tomar agua; plásticos que ahora atestan los océanos. Recargábamos las plumas fuentes con tinta, en lugar de comprar un bolígrafo nuevo a cada rato, y cambiábamos las navajas de rasurar en vez de echar a la basura todo el rastrillo ‘desechable’ y contaminador, sólo porque la hoja perdió su filo.
Pero, en efecto, no teníamos una onda verde por entonces. En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o un ómnibus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o caminaban, en lugar de usar a la mamá como un servicio de taxi de 24 horas.
Así que, ¿no te parece risible que la actual generación lamente cuán poco conscientes del ambiente éramos los viejos por no tener esta onda verde en nuestros tiempos?
(Envíale este email a cuanta persona mayor conozcas y piense que le sería de utilidad recibir lecciones sobre conciencia ambiental de parte de un pendejito)


Atentamente, “ La Onda Verde.” 

miércoles, 24 de agosto de 2011

La ortotanasia o muerte digna


La ortotanasia o muerte digna, designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal.

Por extensión se entiende como el derecho del paciente a morir dignamente, sin el empleo de medios desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida.
En este sentido se deberá procurar que ante enfermedades incurables y terminales se actúe con tratamientos paliativos para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables hasta que la muerte llegue.
La ortotanasia se distingue de la eutanasia en que la primera nunca pretende deliberadamente el adelanto de la muerte del paciente.
La ortotanasia es la actitud defendida por la mayoría de las religiones.


Etimología
Ortotanasa proviene de los vocablos griegos orthos que significa recto y ajustado a la razón y thanatos que significa muerte. Eutanasia también proviene de los vocablos griegos eu, bien, y θάνατος, muerte.[1]
 
Legislación
Argentina
En la Provincia del Chubut, Argentina se aprobó por unanimidad en noviembre de 2007 una ley que permitirá “a todo adulto que se encuentre en estado terminal pueda manifestar su voluntad de rechazar métodos cruentos”.[2]

España
El 18 de febrero de 2010 el Parlamento de Andalucía -Comunidad Autónoma de Andalucía- aprobó la Ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte.[3]
El 13 de mayo de 2011 el Consejo de Ministros de España presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, aprobó el anteproyecto de Ley de Cuidados Paliativos y Muerte Digna.
La norma expone los derechos de los pacientes en situación terminal y también las obligaciones del personal sanitario que los atiende. El proyecto de ley recoge los derechos a renunciar a un tratamiento médico y al uso de sedaciones terminales -aunque se acorte la agonía y acelere la muerte-.
El texto reconoce el derecho del paciente a que se preserve su intimidad y la de su familia, que pueda estar acompañado y recibir el auxilio espiritual que solicite. La ley establece que, al menos en la fase de agonía, el enfermo podrá pasarla en una habitación individual.[4]

Colombia
La Corte Constitucional colombiana, en Sentencia de constitucionalidad (No. 239) de 1997, refiriéndose al artículo que en el Código Penal en vigencia para la época sancionaba el homicidio por piedad con prisión de seis meses a tres años, resolvió declararlo exequible con la advertencia de que en el caso de los enfermos terminales en que concurra la voluntad libre del sujeto pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor, pues la conducta está justificada.[5] El actual Código Penal colombiano, en su artículo 106 sanciona de igual manera el homicidio por piedad. Dignidad ante la muerte con y sin dolor

Aunque en la cultura actual la consideración de ortotanasia o muerte digna en el final de la vida de enfermos incurables y terminales se asocia como aquella que se produce sin ensañamiento terapéutico y con aplicación de cuidados y tratamientos paliativos, sobre todo dirigidos al sufrimiento y dolor innecesarios, no debe entenderse excluida de una muerte digna cualquier persona cuya muerte se produjera al margen de esas consideraciones genéricas, ya sea por decisión personal del enfermo u otras circunstancias


Es necesario e imprescindible debatir el tema ... todosss nos los debemos con responsabilidad hay que hacer una ley  !!!
para comenzar a leer... 
Libro La soledad de los moribundos


lunes, 22 de agosto de 2011

Filosofía Sufí - El poder de la palabra !!!

Cuentan que una noche un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Enseguida cuando despertó, ordenó llamar a un adivino para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia, mi señor! – exclamó el adivino – cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! – gritó el sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que encierre al adivino durante una semana y que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajeran otro adivino. Enseguida cuando lo vio, le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con muchísima atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor! ¡Felicitaciones! El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al adivino. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que hiciste de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y una semana de calabozo y a ti con cien monedas de oro.
- Recuerda bien, amigo mío – respondió el adivino – que todo depende de la forma en el decir.

Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la forma como nos comunicamos depende, la mayoría de las veces, la felicidad o la desgracia de las personas, la paz o la guerra entre los pueblos.
Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero, si la envolvemos delicadamente y la ofrecemos con ternura, sin dudas que será aceptada con agrado.



Los 7 pecados sociales según Mahatma Gandhi


Mahatma Gandhi:  

En esta era de violencia necesitamos hombres que siembren la paz


Así como hay una fuerza de cohesión en la materia inanimada, también debe existir una entre los seres animados y el nombre de esta fuerza de cohesión entre ellos es el AMOR


Los 7 pecados sociales


•Riqueza sin trabajo
•Placer sin conciencia
•Conocimiento sin carácter
•Comercio sin moral
•Ciencia sin humanidad
•Alabanza sin sacrificio
•Política sin principios

domingo, 21 de agosto de 2011

Jorge Luis Borges -- "Mi entrañable señor Cervantes"

En 1968 Jorge Luis Borges pronunció, en inglés, esta conferencia sobre el Quijote en la Universidad de Texas, Austin. El texto fue recobrado recientemente por Julio Ortega y Richard Gordon e incluido en un número monográfico de la revista estadounidense Inti. Esta traducción, la primera que se hace al castellano, fue publicada por la revista española Letra Internacional. Papel Literario celebra el centenario del nacimiento de Borges con un número temático que incluye, además, un ensayo de Atanasio Alegre, una selección de retratos capturados por Enrique Hernández-D’Jesús, en 1982, y una secuencia fotográfica de Eduardo Comesario.


Puede parecer una tarea estéril e ingrata discutir una vez más el tema de Don Quijote, ya que se han escrito sobre él tantos libros, bibliotecas enteras, bibliotecas aún más abundantes que la que fue incendiada por el piadoso celo del sacristán y el barbero. Sin embargo, siempre hay placer, siempre hay una suerte de felicidad cuando se habla de un amigo. Y creo que todos podemos considerar a Don Quijote como un amigo. Esto no ocurre con todos los personajes de ficción. Supongo que Agamenón y Beowulf resultan más bien distantes. Y me pregunto si el príncipe Hamlet no nos hubiera menospreciado si le hubiéramos hablado como amigos, del mismo modo en que desairó a Rosencrantz y Guildenstern. Porque hay ciertos personajes, y esos son, creo, los más altos de la ficción, a los que con seguridad y humildemente podemos llamar amigos. Pienso en Huckleberry Finn, en Mr. Pickwick, en Peer Gynt y en no muchos más.


Pero ahora hablaremos de nuestro amigo Don Quijote. Primero digamos que el libro ha tenido un extraño destino. Pues de algún modo, apenas si podemos entender por qué los gramáticos y académicos le han tomado tanto aprecio a Don Quijote. Y en el siglo XIX fue alabado y elogiado, diría yo, por las razones equivocadas. Por ejemplo, si consideramos un libro como el ejercicio de Montalvo, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, descubrimos que Cervantes fue admirado por la gran cantidad de proverbios que conocía. Y el hecho es que, como todos sabemos, Cervantes se burló de los proverbios haciendo que su rechoncho Sancho los repitiera profusamente. Entonces, la gente consideraba a Cervantes un escritor ornamental. Y debo decir que a Cervantes no le interesaba para nada la escritura ornamental; la escritura refinada no le agradaba demasiado, y leí en alguna parte que la famosa dedicatoria de su libro al Conde de Lemos fue escrita por un amigo de Cervantes o copiada de algún libro, ya que él mismo no estaba especialmente interesado en escribir esa clase de cosas. Cervantes fue admirado por su «buen estilo», y por supuesto las palabras «buen estilo» significan muchas cosas. Si pensamos que Cervantes nos transmitió el personaje y el destino del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, tenemos que admitir su buen estilo, o, más bien, algo más que un buen estilo, porque cuando hablamos de buen estilo pensamos en algo meramente verbal.


Me pregunto cómo hizo Cervantes para lograr ese milagro, pero de algún modo lo logró. Y recuerdo ahora una de las cosas más notables que he leído, algo que me produjo tristeza. Stevenson dijo: «¿Qué es el personaje de un libro?». Y respondió: «Después de todo, un personaje es tan sólo una ristra de palabras».


Es cierto, y sin embargo, lo consideramos una blasfemia. Porque cuando pensamos, digamos, en Don Quijote o en Huckleberry Finn o en Peer Gynt o en Lord Jim, sin duda no pensamos en ristras de palabras. También podríamos decir que nuestros amigos están hechos de ristras de palabras y, por supuesto, de percepciones visuales. Cuando en la ficción nos encontramos con un verdadero personaje, sabemos que ese personaje existe más allá del mundo que lo creó. Sabemos que hay cientos de cosas que no conocemos, y que sin embargo existen. De hecho, hay personajes de ficción que cobran vida en una sola frase. Y tal vez no sepamos demasiadas cosas sobre ellos, pero, especialmente, lo sabemos todo. Por ejemplo, ese personaje creado por el gran contemporáneo de Cervantes. Shakespeare: Yorick; el pobre Yorick, es creado, diría, en unas pocas líneas. Cobra vida. No volvemos a saber nada de él, y sin embargo sentimos que lo conocemos. Y tal vez, después de leer Ulises, conocemos cientos de cosas, cientos de hechos, cientos de circunstancias acerca de Stephen Dedalus y de Leopold Bloom. Pero no los conocemos como a Don Quijote, de quien sabemos mucho menos.

Ahora voy al libro mismo. Podemos decir que es un conflicto entre los sueños y la realidad. Esta afirmación es, por supuesto, errónea, ya que no hay causa para que consideremos que un sueño es menos real que el contenido del diario de hoy o que las cosas registradas en el diario de hoy. No obstante, como debemos hablar de sueños y realidad, porque también podríamos, pensando en Goethe, hablar de Wahrheit und Dichtung, de verdad y poesía. Pero cuando Cervantes pensó escribir este libro, supongo que consideró la idea del conflicto entre los sueños y la realidad, entre las proezas consignadas en los romances que Don Quijote leyó y que fueron tomadas del Matière de Bretagne, del Matière France y demás y la monótona realidad de la vida española a principios del siglo XVII. Y encontramos este conflicto en el título mismo del libro. Creo que, tal vez, algunos traductores ingleses se han equivocado al traducir El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha como The ingenious knight: Don Quijote de la Mancha, porque las palabras «Knight» y «Don» son lo mismo. Yo diría tal vez «the ingenious country gentleman», y allí está el conflicto.


Pero, por supuesto, durante todo el libro, especialmente en la primera parte, el conflicto es muy brutal y obvio. Vemos a un caballero que vaga en sus empresas filantrópicas a través de los polvorientos caminos de España, siempre apelado y en apuros. Además de eso, encontramos muchos indicios de la misma idea. Porque por supuesto, Cervantes era un hombre demasiado sabio como para no saber que, aun cuando opusiera los sueños y la realidad, la realidad no era, digamos, la verdadera realidad, o la monótona realidad común. Era una realidad creada por él; es decir, la gente que representa la realidad en Don Quijote forma parte del sueño de Cervantes tanto como Don Quijote y sus infladas ideas de la caballerosidad, de defender a los inocentes y demás. Y a lo largo de todo el libro hay una suerte de mezcla de los sueños y la realidad.


Por ejemplo, se puede señalar un hecho, y me atrevo a decir que ha sido señalado con mucha frecuencia, ya que se han escrito tantas cosas sobre Don Quijote. Es el hecho de que, tal como la gente habla todo el tiempo del teatro en Hamlet, la gente habla todo el tiempo de libros en Don Quijote. Cuando el párroco y el barbero revisan la biblioteca de Don Quijote, descubrimos, para nuestro asombro, que uno de los libros ha sido escrito por Cervantes, y sentimos que en cualquier momento el barbero y el párroco pueden encontrarse con un volumen del mismo libro que estamos leyendo. En realidad eso es lo que pasa, tal vez lo recuerden, en ese otro espléndido sueño de la humanidad, el libro de Las mil y una noches. Pues en medio de la noche Scherezade empieza a contar distraídamente una historia y esa historia es la historia de Scherezade. Y podríamos seguir hasta el infinito. Por supuesto, esto se debe a, bueno, a un simple error del copista que vacila ante ese hecho, si Scherezade contando la historia de Scherezade es tan maravilloso como cualquier otro de los maravillosos cuentos de las Noches.


Además, también tenemos en Don Quijote el hecho de que muchas historias están entrelazadas. Al principio podemos pensar que se debe a que Cervantes puede haber pensado que sus lectores podrían cansarse de la compañía de Don Quijote y de Sancho y entonces trató de entretenerlos entrelazando otras historias. Pero yo creo que lo hizo por otra razón. Y esa otra razón sería que esas historias, la Novela del curioso impertinente, el cuento del cautivo y demás, son otras historias. Y por eso está esa relación de sueños y realidad, que es la esencia del libro. Por ejemplo, cuando el cautivo nos cuenta su cautiverio, habla de un compañero. Y ese compañero, se nos hace sentir, es finalmente nada menos que Miguel de Cervantes Saavedra, que escribió el libro. Así hay un personaje que es un sueño de Cervantes y que, a su vez, sueña con Cervantes y lo convierte en un sueño. Después, en la segunda parte del libro, descubrimos, para nuestro asombro, que los personajes han leído la primera parte y que también han leído la imitación del libro que ha escrito un rival. Y no escatiman juicios literarios y se ponen del lado de Cervantes. Así que es como si Cervantes estuviera todo el tiempo entrando y saliendo fugazmente de su propio libro y, por supuesto, debe haber disfrutado mucho de su juego.


Por supuesto, desde entonces otros escritores han jugado ese juego (permítanme que recuerde a Pirandello) y también una vez lo ha jugado uno de mis escritores favoritos, Henrik Ibsen. No sé si recordarán que al final del tercer acto de Peer Gynt hay un naufragio. Peer Gynt está a punto de ahogarse. Está por caer el telón. Y entonces Peer Gynt dice: «Después de todo, nada puede ocurrirme, porque, ¿cómo puedo morir al final del tercer acto?». Y encontramos un chiste similar en uno de los prólogos de Bernard Shaw. Dice que de nada le serviría a un novelista escribir «se le llenaron los ojos de lágrimas, pues vio que a su hijo sólo le quedaban unos pocos capítulos de vida». Y yo diría que fue Cervantes quien inventó este juego. Salvo que, por supuesto, nadie inventa nada, porque siempre hay algunos malditos antecesores que han inventado muchísimas cosas antes que nosotros.


Entonces tenemos en Don Quijote un doble carácter. Realidad y sueño. Pero al mismo tiempo Cervantes sabía que la realidad estaba hecha de la misma materia que los sueños. Es lo que debe haber sentido. Todos los hombres lo sienten en algún momento de su vida. Pero él se divirtió recordándonos que aquello que tomamos como pura realidad era también un sueño. Y así todo el libro es una suerte de sueño. Y al final sentimos que, después de todo también nosotros podemos ser un sueño.


Y hay otro hecho que me gustaría recordarles: cuando Cervantes habló de La Mancha, cuando habló de los caminos polvorientos, de las posadas de España a principios del siglo XVII, pensaba en ellas como cosas aburridas, como cosas muy ordinarias. Algo muy semejante sentía Sinclair Lewis al hablar de Main Street, y cosas así. Y sin embargo ahora palabras como La Mancha tienen una significación romántica porque Cervantes se burló de ellas.


Y hay otro hecho que me gustaría recordarles. Cervantes, como él mismo dijo dos o tres veces, quería que el mundo olvidara los romances de caballería que él acostumbraba leer. Y sin embargo si hoy se recuerdan nombres tales como Palmerín de Inglaterra, Tirant lo Blanc, Amadís de Gaula y otros, es porque Cervantes se burló de ellos. Y de algún modo esos nombres ahora son inmortales. Entonces uno no debe quejarse si la gente se ríe de nosotros, porque por lo que sabemos, esa gente puede inmortalizarnos con su risa.


Por supuesto, no creo que tengamos la suerte de que se ría de nosotros un hombre como Cervantes. Pero seamos optimistas y pensemos que podría ocurrir.

Y ahora llegamos a otra cosa. Algo que es tal vez tan importante como otros hechos que ya les he recordado. Bernard Shaw dijo que un escritor sólo podía tener tanto tiempo como el que le diera su poder de convicción. Y, en el caso de Don Quijote, creo que todos estamos seguros de conocerlo. Creo que no hay duda posible de nuestra convicción en cuanto a su realidad. Por supuesto, Coleridge escribió sobre una voluntaria suspensión del descreimiento. Ahora me gustaría entrar en detalles acerca de mi afirmación.


Creo que todos nosotros creemos en Alonso Quijano. Y, por raro que parezca, creemos en él desde el primer momento en que nos es presentado. Es decir, desde la primera página del primer capítulo. Y sin embargo, cuando Cervantes lo presentó ante nosotros, supongo que sabía muy poco de él. Cervantes debe haber sabido tan poco como nosotros. Debe haber pensado en él como héroe, o como el eje de una novela de humor, pero no se ve ningún intento de entrar en lo que podríamos llamar su psicología. Por ejemplo, si otro escritor hubiera tomado el tema de Alonso Quijano, o de cómo Alonso Quijano se volvió loco por leer demasiado, hubiera entrado en detalles acerca de su locura. Nos hubiera mostrado el lento oscurecimiento de su razón. Nos hubiera mostrado cómo todo empezó con una alucinación, cómo al principio jugó con la idea de ser un caballero errante, cómo por fin se lo tomó en serio, y tal vez todo eso no le hubiera servido de nada a ese escritor. Pero Cervantes meramente nos dice que se volvió loco. Y nosotros le creemos.


Ahora bien, ¿qué significa creer en Don Quijote? Supongo que significa creer en la realidad de su personaje, de su mente. Porque una cosa es creer en un personaje, y otra muy diferente es creer en la realidad de las cosas que le ocurrieron. En el caso de Shakespeare es muy claro. Supongo que todos creemos en el príncipe Hamlet, que todos creemos en Macbeth. Pero no estoy seguro de que las cosas ocurrieran tal como Shakespeare nos cuenta en la corte de Dinamarca, ni tampoco que creemos en las tres brujas de Macbeth.


En el caso de Don Quijote, estoy seguro de que creemos en su realidad. No estoy seguro -tal vez sea una blasfemia, pero después de todo, estamos hablando entre amigos, les estoy hablando a todos ustedes; es algo diferente, ¿no?, estoy hablando en confianza-, no estoy del todo seguro de que creo en Sancho como creo en Don Quijote. Pues a veces siento, que pienso en Sancho como un mero contraste de Don Quijote. Y después están los otros personajes. Me parece que creo en Sansón Carrasco, creo en el cura, en el barbero, tal vez en el duque, pero después de todo no tengo que pensar mucho en ellos, y cuando leo Don Quijote tengo una sensación extraña. Me pregunto si compartirán esta sensación conmigo. Cuando leo Don Quijote, siento que esas aventuras no están allí por sí mismas. Coleridge comentó que cuando leemos Don Quijote nunca nos preguntamos «¿y ahora qué sigue?», sino que nos preguntamos qué ocurrió antes, y que estamos más dispuestos a releer un capítulo que a continuar con uno nuevo.

¿Cuál es la causa? La causa, supongo, es que sentimos, al menos yo siento, que las aventuras de Don Quijote son meros adjetivos de Don Quijote. Es una argucia del autor para que conozcamos profundamente al personaje. Es por eso que libros como La ruta de Don Quijote, de Azorín, o la Vida de Don Quijote y Sancho de Unamuno, nos parecen de algún modo innecesarios. Porque toman las aventuras o la geografía de las historias demasiado en serio. Mientras que nosotros realmente creemos en Don Quijote y sabemos que el autor inventó las aventuras para que nosotros pudiéramos conocerlo mejor.


Y no sé si esto no es cierto con respecto a toda la literatura. No sé si podemos encontrar un solo libro, un buen libro, del que aceptemos el argumento aunque no aceptemos a los personajes. Creo que eso no ocurre nunca, creo que para aceptar un libro tenemos que aceptar a su personaje central. Y podemos pensar que estamos interesados en las aventuras, pero en realidad estamos más interesados en el héroe. Por ejemplo, aun en el caso de otro gran amigo nuestro -y le pido disculpas a él y ustedes por no haberlo mencionado-, Mr. Sherlock Holmes, no sé si creemos verdaderamente en El perro de los Baskerville. No lo creo, al menos yo creo en Sherlock Holmes, creo en el Dr. Watson, creo en esa amistad.


Y lo mismo ocurre con Don Quijote. Por ejemplo, cuando cuenta las extrañas cosas que vio en la cueva de Montesinos. Y sin embargo, yo siento que él es un personaje muy real. Las historias no tienen nada especial, no se ve ninguna ansiedad especial en la urdimbre que las une, pero son, en cierto sentido, como espejos, como espejos en los que podemos ver a Don Quijote. Y sin embargo, al final, cuando él vuelve, cuando vuelve a su pueblo natal para morir, sentimos lástima de él porque tenemos que creer en esa aventura. El siempre había sido un hombre valiente. Fue un hombre valiente cuando le dijo estas palabras al caballero enmascarado que lo derribó: «Dulcinea del Toboso es la dama más bella del mundo, y yo el más miserable de los caballeros». Y sin embargo, al final, descubrió que toda su vida había sido una ilusión, una necedad, y murió de la manera más triste del mundo, sabiendo que había estado equivocado.


Ahora llegamos a lo que tal vez sea la escena más grande de ese gran libro: la verdadera muerte de Alonso Quijano. Tal vez sea una lástima que sepamos tan poco de Alonso Quijano. Sólo nos es mostrado en una o dos páginas antes de que se vuelva loco. Y sin embargo, tal vez no sea una lástima, porque sentimos que sus amigos lo abandonaron. Y entonces también podemos amarlo. Y al final, cuando Alonso Quijano descubre que nunca ha sido Don Quijote, que Don Quijote es una mera ilusión, y que está por morirse, la tristeza nos arrasa, y también a Cervantes.


Cualquier otro escritor hubiera cedido a la tentación de escribir un «pasaje florido». Después de todo, debemos pensar que Don Quijote había acompañado a Cervantes muchos años. Y, cuando le llega el momento de morir, Cervantes debe haber sentido que se estaba despidiendo de un viejo y querido amigo. Y, si hubiera sido peor escritor, o tal vez si hubiera sentido menos pena por lo que estaba pasando, se hubiera lanzado a una «escritura florida».


Ahora estoy al borde de la blasfemia, pero creo que cuando Hamlet está por morir, creo que tendría que haber dicho algo mejor que «el resto es silencio». Porque eso me impresiona como escritura florida y bastante falsa. Amo a Shakespeare, lo amo tanto que puedo decir estas cosas de él y esperar que me perdone. Pero bien, también diré: Hamlet, «el resto es silencio»... no hay otro que pueda decir eso antes de morir. Después de todo, era un dandy y le encantaba lucirse.


Pero en el caso de Don Quijote, Cervantes se sintió tan sobrecogido por lo que estaba ocurriendo que escribió: «El cual entre suspiros y lágrimas de quienes lo rodeaban», y no recuerdo exactamente las palabras, pero el sentido es «dio el espíritu, quiero decir que se murió». Ahora bien, supongo que cuando Cervantes releyó esa oración debe haber sentido que no estaba a la altura de lo que se esperaba de él. Y sin embargo, también debe haber sentido que se había producido un gran milagro. De algún modo sentimos que Cervantes lo lamenta mucho, que Cervantes está tan triste como nosotros. Y por eso se le puede perdonar una oración imperfecta, una oración tentativa, una oración que en realidad no es imperfecta ni tentativa sino un resquicio a través del cual podemos ver lo que él sentía.


Ahora, si me hacen algunas preguntas trataré de responderlas. Siento que no he hecho justicia al tema, pero después de todo, estoy un poco conmovido. He vuelto a Austin después de seis años. Y tal vez ese sentimiento ha superado lo que siento por Cervantes y por Don Quijote. Creo que los hombres seguirán pensando en Don Quijote porque después de todo hay una cosa que no queremos olvidar: una cosa que nos da vida de tanto en tanto, y que tal vez nos la quita, y esa cosa es la felicidad. Y, a pesar de los muchos infortunios de Don Quijote, el libro nos da como sentimiento final la felicidad. Y sé que seguirá dándoles felicidad a los hombres. Y para repetir una frase trillada y famosa, pero por supuesto todas las expresiones famosas se vuelven trilladas: «Algo bello es una dicha eterna». Y de algún modo Don Quijote -más allá del hecho de que nos hemos puesto un poco mórbidos, de que todos hemos sido sentimentales con respecto a él- es esencialmente una causa de dicha. Siempre pienso que una de las cosas felices que me han ocurrido en la vida es haber conocido a Don Quijote.

Jorge Luis Borges







La Torah

[ תּוֹרָה] es una palabra hebrea que deriva de la raíz י.ר.ה Y.R.H que significa "acometer", "dar un tiro" y que en Hif'il הורה Horáh significa "dirigir el tiro", de ahí que el significado de Toráh es la guía para dar en el blanco y de ahí, se ha entendido como enseñanza, instrucción, o como ley en el mundo occidental.
A decir verdad, se dice Toráh por un mandamiento, o en su sentido más amplio, para designar a la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel. Sin embargo en un sentido intermedio, se refiere únicamente al texto de los cinco primeros libros de la Biblia (que para los cristianos se llama Pentateuco).
En la bibliografía cristiana suele denominársela ley mosaica[2] [3] [4] [5] o ley de Moisés[3] [6] o ley escrita de Moisés.[7] (Los judíos lo llaman simplemente la ley.)


Estos libros son:

Génesis (Bereshit [בְּרֵאשִׁית]),

Éxodo (Shemot [שְׁמוֹת]),

Levítico (Vayikrá [וַיִּקְרָא]),

Números (Bemidbar [בְּמִדְבַּר]) y

Deuteronomio (Devarim [דְּבָרִים]).

El conjunto de estos cinco libros se conoce como Pentateuco (del griego πεντα, penta, ‘cinco’, y τευχος, teujós, ‘funda para libros’, haciendo referencia a las fundas en las que se conservaban los rollos de pergamino) o, en hebreo, Jamisháh Jumshéy Toráh [חֲמִשָּׁה חֻמְשֵׁי תּוֹרָה], ‘los cinco quintos de la Torá’ o simplemente Jumash [חֻמָּשׁ], ‘quinto’ como abreviatura.

Los judíos también utilizan la palabra Toráh para referirse a la Ley Oral, desarrollada a lo largo de los siglos y compilada en el siglo II por Yehudah Hanasí.

Contenido
Tradición judía sobre la Torá

1.1 Textos sagrados del judaísmo

2 Traducciones y versiones cristianas de la Torá

3 Niveles de interpretación

4 Análisis científico de la Torá

5 Uso ritual de la Torá

Tradición judía sobre la Torá

Un rollo de la Toráh abierto para un servicio litúrgico en una sinagoga.Según la tradición hebrea, los cinco libros del Pentateuco fueron escritos por Moisés, quien recibió la revelación directamente de Dios en el monte Sinaí, por lo cual se define como la "instrucción dada por Dios para su pueblo, a traves de Moisés". Aunque los autores rabínicos difieren en los detalles, la doctrina ortodoxa del judaísmo sostiene que la totalidad de la Torá proviene directamente de la inspiración divina, y que por lo tanto todos los detalles del texto —desde el léxico hasta la puntuación— son significativos. De acuerdo con esta doctrina, la escritura de los rollos que se utilizarán a efectos de culto está sujeta a normas sumamente estrictas; un escriba ritual, familiarizado con las prescripciones pertinentes, está a cargo de la tarea.

En varias partes de la Biblia se encuentran citas que indican que Moisés escribió la Torá, verbigracia: 2° de Crónicas 25:4, 1° de Reyes 2:3, Esdras 6:18, Juan 5:46-47, Hechos 15:21. Además de lo escrito en la Biblia, es probable que Moisés haya recibido lo que escribió en Génesis y parte de Éxodo, mediante la tradición oral de 6 eslabones: 1. Adán: Vivió hasta los 233 años de Matusalén y hasta los 51 años de Lamec; 2. Matusalén: Vivió hasta los 98 años de Sem; 3. Sem: Vivió hasta los 50 años de Jacob; 4. Jacob: Vivió hasta los 60 años de Leví y hasta aproximadamente los 18 ó 20 años de Cohat; 5. Leví: Vivió aproximadamente hasta los 77 años de Amram; 6. Amram: Padre de Moisés.[8]

Toda la doctrina religiosa del judaísmo se deriva, directa o indirectamente, de la Toráh. Las fuentes clásicas, sin embargo, ofrecen varias versiones acerca del texto. La hipótesis maximalista indica que la totalidad del texto de la Toráh es una transcripción directa, letra por letra, hecha por Moisés de la revelación divina recibida en el Sinaí; esto incluiría aún los fragmentos posteriores a Deuteronomio 32:50-52, que relata la muerte de Moisés, que le habría sido anunciada anticipadamente por Dios. Otras fuentes consideran que la revelación tuvo lugar gradualmente, y que si bien el texto es de origen divino, la redacción es humana. Finalmente, otros autores consideran que tras la muerte de Moisés, otros profetas divinamente inspirados completaron el texto.
 Textos sagrados del judaísmo
Si bien la Torá constituye el núcleo de la revelación divina, ésta contiene otros libros. Los judíos consideran de origen divino a los Nevi'im o libros de los profetas:

Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel

Los doce profetas menores:

Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías

Y los Ketuvim o libros de los escritos:

Libro de los Salmos,

Job,

Proverbios,

Ruth,

Cantar de los Cantares,

Eclesiastés,

Lamentaciones,

Ester,

Daniel,

Esdras y Nehemías y

Crónicas (I Crónicas y II Crónicas).

El conjunto de estos veinticuatro libros constituye el Tanaj,TaNa"J (un acrónimo de la iniciales en hebreo de cada una de las secciones: T, por Toráh, N, por Nevi'im y K por Ktuvim; la razón de la J en lugar de K, es porque ningún sustantivo en hebreo, termina en letras fuertes, (por eso se usa sin daguésh jazaq), el conjunto de las Sagradas Escrituras.

Además de éstas, el judaísmo ortodoxo sostiene que junto con los escritos el pueblo de Israel recibió la revelación oral, que se ha transmitido tradicionalmente. Es a partir de las indicaciones y aclaraciones de la tradición oral que deben interpretarse las ambigüedades y dificultades del texto bíblico.
 La ley oral se codificó y registró por primera vez en el siglo III, para evitar que se perdiese en la diáspora; el rabino Judá haNasí redactó el primer comentario conocido sobre la interpretación de la ley, conocido como Mishná, a partir de las enseñanzas de los tannaim, los estudiosos de la tradición oral.
A su vez, el contenido de la Mishná fue objeto de debate, discusión y comentario por parte de los estudiosos de las comunidades judías en Israel y Babilonia; el resultado de estas discusiones dio lugar a otros volúmenes de comentarios, llamados Guemará. Junto con la Mishná, estos volúmenes constituyen el Talmud, la recopilación de la tradición rabínica. Aun los judíos no ortodoxos siguen, en numerosos puntos importantes, las interpretaciones del texto bíblico vertidas en el Talmud; la única excepción la constituyen los caraítas, una secta clásica que se rige únicamente por el contenido literal de la Torá.


Traducciones y versiones cristianas de la Torá
Alrededor del siglo III a. C., el texto de Tanaj se tradujo al griego para el uso de las comunidades judías que residían en las colonias griegas del Mediterráneo. La versión resultante, conocida como la Septuaginta, contiene importantes variaciones y adiciones con respecto al texto canónico de la versión hebrea.
De acuerdo a la tradición crítica (ver infra), esto se debe a que la Septuaginta proviene de un canon textual distinto al que compilaron los masoretas para producir la versión hebrea.
Según la tradición rabínica, sin embargo, éstos son añadidos posteriores. A pesar de ser la versión de uso común en la iglesia de su día, y endosada por padres antiguos incluyendo Agustín de Hipona, Jerónimo de Estridón no utilizó la Septuaginta para redactar la Vulgata latina, el texto canónico de la religión católica, optando más bien utilizar el texto hebreo Masorético.

En las comunidades judías de Israel y Babilonia, el texto del Tanaj se tradujo al arameo, el idioma cotidiano de los israelitas, para propósitos de estudio y comentario.
Las versiones arameas de la Torá se conocen como targumim; el más conocido es el targum de Ónkelos el prosélito, escrito en la comunidad de Babilonia, aún utilizado para el estudio y la solución de cuestiones de etimología. Existe también un targum jerosolimitano (targum Ierushalmi), compilado en Israel.
Los targumim contienen numerosos comentarios y glosas además de la traducción del texto bíblico.

 Niveles de interpretación
A nivel religioso, dentro del judaismo, la Torá tiene cuatro niveles o maneras de ser interpretada, las cuales se llaman: Peshát, Rémez, Derásh y Sod. Con las iniciales de estas cuatro palabras se forma la palabra Pardés, literalmente, "huerto de árboles frutales" (el paraíso, para los cabalistas).[9]

1.Peshát: el nivel de interpretación que atiende al sentido literal del texto, tal como las palabras son entendidas en la vida diaria de la gente.[9]

2.Rémez: atiende al sentido alegórico del texto bíblico, las cuales hacen alusiones a cosas que las personas pueden comprender.[9]

3.Derásh: es el nivel de interpretación que atiende al sentido interpretativo de la escritura sagrada, de la cual se derivan las reglamentaciones y leyes de la tradición judía. Para conseguir este objetivo, se utilizan métodos como por ejemplo las referencias, las comparaciones entre palabras y versículos bíblicos, e incluso las analogías.[9]

4.Sod: es el método místico de interpretación, del cual deriva la cábala, y que busca un sentido oculto en el texto sagrado, el cual sólo podría encontrarse con el estudio de los textos originales en sus lenguas originales.[9]

 Análisis científico de la Torá
La estimación científica del origen histórico de la Toráh es aún muy discutida. Sin embargo, resulta difícil sostener la versión bíblica de la redacción mosaica (que debería corresponder al siglo XIV a. C.), dadas las características del idioma utilizado, de los temas tratados y de las situaciones históricas que se ven reflejadas en el escrito. Según los cálculos contemporáneos, los fragmentos escritos más antiguos del texto se remontarían al siglo VII a. C.
La teoría que ha gozado de más popularidad sobre el origen de la Toráh es la llamada hipótesis documentaria. Sostiene que el texto actual es el resultado de una compilación, realizada en Israel alrededor de la época de Esdrás el escriba, de no menos de cuatro fuentes distintas, cada una de las cuales relataba la historia completa de Israel.

Dos de las fuentes (el texto yavista y el eloísta) provendrían de la época de la división del legado salomónico en los reinos de Judá e Israel; otra, el texto sacerdotal, correspondería a una primera compilación realizada por los escribas del rey Ezequías.

Finalmente, el Deuteronomio y otros fragmentos habrían sido redactados por los escribas del rey Josías y por la escuela que siguió sus puntos de vista teológicos durante el exilio y después de éste. Tras el regreso de Babilonia, las diferentes tradiciones habrían sido homogeneizadas y recopiladas por los sacerdotes.

La hipótesis documentaria se apoya en los rasgos idiomáticos distintivos de los diversos fragmentos (en particular el nombre utilizado para mencionar al Dios Yahveh en el libro del Génesis, distinción que desaparece a partir del libro del Éxodo), en las repeticiones y contradicciones del texto, en otras variaciones conceptuales y en las relaciones con los mitos de otras religiones contemporáneas para establecer esta división.

En una u otra forma, esta teoría goza de una aceptación casi universal entre los estudiosos laicos y muchos cristianos. Aunque siempre ha generado discusión, al punto de ser rechazada por algunos estudiosos, que proponen otras hipótesis para explicar la formación tardía del Pentateuco.
Dentro del judaísmo ortodoxo, la hipótesis documentaria es considerada errónea y herética.
Por su parte, los Musulmanes, basados en lo que dice el Corán, están de acuerdo en que la Tora fue revelada directamente por Dios a Moisés; sin embargo, el Corán afirma que la Tora original fue modificada, adulterada, con el paso del tiempo.
 De este modo, para los Musulmanes la hipótesis documentaria es la confirmación científica de lo que relata el Corán

Uso ritual de la Torá
Las lecturas de la Torá son una parte importante de la mayoría de las ceremonias religiosas del judaísmo.
En la sinagoga, los rollos en los que están escritos estos libros son custodiados respetuosamente en el interior de un compartimiento especial, orientado hacia Jerusalén, llamado Arón haKodesh (literalmente ‘Cofre Sagrado’, aunque no sea sagrado en sí, sino por lo que contiene).
En presencia de un rollo de la Torá, los judíos varones deben llevar la cabeza cubierta.
Los rollos de la Torá son sacados para su lectura. La lectura pública de la Torá sigue una entonación y dicción, prescritas ritualmente, sumamente complejas; por ello, es normalmente un cantor o jazán profesional quien la lleva a cabo, si bien todos los varones judíos mayores de edad tienen derecho a hacerlo. Una vez leído, el rollo vuelve a guardarse reverentemente.
La lectura semanal de la Torá se denomina parashá hashavua –sección de la semana– o sidra, y la misma abarca a todo el Pentateuco subdividido en tantas semanas como tiene el año judío. Todos los integrantes del Pueblo de Israel estudian en la misma semana la misma sección, lo cual debe generar un clima de unión y afecto entre los que siguen la religión judía.

El texto está disponible bajo la Licencia CrLa Torah, también conocida como La Ley de Moisés, es el documento más importante de la religión judía, el cual está escrito en hebreo. La Torah está compuesta por los cinco primeros libros de la Biblia (pentateuco): Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio.
Estos libros contienen los 613 mandamientos de los judíos, así como la historia de los inicios de esta religión. De acuerdo con la visión judía, las historias relatadas en este documento, están en un orden conceptual más allá que cronológico.

De acuerdo con la visión judía los contenidos de la Torah fueron revelados por Dios a Moisés en el monte Sinaí alrededor del año 1280 a.c. Según los historiadores, esta fue escrita entre los siglos V a.c. y II a.c. Existen varias interpretaciones por parte de los judíos acerca del momento en que fue revelado el libro sagrado.
 La visión más radical, cree que la Torah fue revelada textualmente a Moisés palabra por palabra.
La visión clásica en tanto, sostiene que fue revelada por Dios al patriarca a lo largo de toda su vida.
Otra visión sostiene que fue escrita por Moisés, y que posteriormente fue continuada por Josué, quien fuera el lugarteniente de Moisés. A pesar de todas estas interpretaciones, existe la coincidencia en la gente de religión Judía en que la Torah es de origen divino.
Es interesante también exponer la visión cabalística, la cual sostiene que esta obra constituye un nombre largo de Dios, y que fue descompuesta en palabras, de manera que los hombres pudieran entenderlo.
El Génesis, el primer libro de la Torah, relata el inicio de la creación del mundo por Dios, pasando por la historia de Abraham, hasta cuando los israelitas se establecen Egipto.
El Éxodo, el segundo libro, relata la salida del pueblo judío de las tierras del faraón, el pacto de Dios con el pueblo de Israel, y las tablas de la Ley.
Posteriormente el Levítico relata los detalles de los rituales, de la adoración a Dios, y otras leyes que deben cumplir los judíos.
 El libro de los Números, constituye un relato histórico en donde se cuenta la cantidad de israelitas presentes, la ida desde el monte Sinaí hasta el Moab, y las transacciones hechas en las planicies del Moab antes de cruzar el río Jordán.
Finalmente el Deuteronomio relata tres discursos que fueron revelados por Dios a Moisés antes de su muerte, cuando aún los israelitas no se habían establecido en la tierra prometida.
El primero de estos discursos, enfatiza el sentido de la obediencia a Dios.
El segundo, apunta a la manera en que deben comportarse los judíos en Canaan, la tierra prometida.
En el tercero, se relata la fe que debe tener el pueblo con Dios, para en la posteridad poder ser recompensados con las bendiciones.
La forma en que está escrita la Torah, es en rollos de papel. Precisamente por esta forma de escritura, su contenido ha llegado a nuestros días de forma íntegra. La razón de este cuidado en conservar la originalidad, es por la creencia de que cada palabra contenida tiene un origen divino. También es frecuente encontrar los contenidos de la Torah en libros para uso individual, los que contienen tanto el texto original en hebreo, como su traducción a la lengua nativa del lector (español, inglés, francés, etc.). Pese a lo anterior, la Torah en rollos (Sefer Torah), es la realmente sagrada para la comunidad judía. Ésta se guarda en el arca, el lugar más sagrado de la sinagoga



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