martes, 6 de septiembre de 2011

El miedo



DEFINICION DE MIEDO


La palabra miedo proviene del término latino metus.
Se trata de una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
El concepto también hace referencia al recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
El miedo es una emoción que se caracteriza por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, ya sea presente o futuro, real o supuesto. El miedo es una de las emociones primarias que se deriva de la aversión natural a la amenaza, presente tanto en los animales como en los seres humanos.
Según el enfoque de la biología, el miedo es un esquema adaptativo y supone un mecanismo de supervivencia y de defensa que permite al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia.
Para la neurología, el miedo es una forma común de organización del cerebro primario de los seres vivos, con la activación de la amígdala situada en el lóbulo temporal.
Desde el punto de vista de la psicología, el miedo es un estado afectivo y emocional, necesario para la adaptación del organismo al medio.
En cuanto al aspecto social y cultural, el miedo forma parte del carácter de una persona u organización social; por lo tanto, se puede aprender a no temer.
El miedo aparece en el arte como una forma de entretenimiento. Por eso constituye un género narrativo (como los cuentos o las novelas de miedo) y un genero cinemaográfico (el cine de terror) por sí mismo.


El miedo es una reacción natural ante un estímulo adverso. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, muy útil por cierto desde un punto de vista evolutivo, pues permite a los organismos reaccionar de forma adecuada ante el peligro.
Es interesante que seamos capaces de distinguir la existencia de dos tipos fundamentales de miedo.
Por una parte tenemos un miedo al que podemos considerar innato, y que se corresponde con el instinto de conservación que manifiestan todos los animales desde el momento de su nacimiento.
Este tipo de miedo instintivo se activa por ejemplo ante la visión de potenciales depredadores, o mediante la escucha de sonidos fuertes.
El otro tipo de miedo se conoce con el nombre de miedo condicionado o aprendido, y resulta ser, con diferencia, el que tiene una mayor presencia en los individuos.
Son múltiples las estructuras cerebrales implicadas en ambos tipos de miedo, teniendo una gran importancia regiones tanto corticales como subcorticales. La participación de las regiones corticales en el establecimiento del miedo innato es mínima, y tampoco resultan necesarias para el establecimiento del miedo condicionado, lo que nos indica que el fenómeno del miedo tiene principalmente una base inconsciente.
Sin embargo, el papel regulador que muestran las regiones corticales en el proceso es de gran importancia, ya que actúan modulando las reacciones subcorticales, verdaderas promotoras de la sensación, pudiendo incrementar su intensidad o inhibir parcialmente su actividad.
Además de las cortezas sensoriales responsables de la valoración del estímulo y la posterior modulación de la respuesta (corteza visual, olfatoria, auditiva, etc.) hemos de tener en consideración al hipocampo.
Esta estructura se halla ubicada en el borde medial de la corteza cerebral, que al girar sobre sí misma en el lóbulo temporal medial adquiere una forma característica que recuerda a un caballito de mar (de ahí su nombre).
El papel del hipocampo es fundamental, ya que resulta imprescindible en el establecimiento de la memoria. De esta forma, los individuos pueden retener situaciones, entornos o cualquier tipo de contexto en el que el peligro se halle presente en mayor o menor medida.
El recuerdo de estas situaciones o el reconocimiento del entorno negativo pueden disparar la sensación de miedo, de tal manera que el individuo podrá iniciar acciones evasivas antes de que tenga lugar la aparición del peligro real.
Sin embargo, la piedra angular del fenómeno del miedo se ve representada por una estructura con forma de almendra que recibe el nombre de amígdala (por favor, no confundir con el tejido linfoide que a algunos le extirparon en la tierna infancia).
Esta estructura se halla situada en la región dorsomedial de lóbulo temporal, y su implicación en los fenómenos del miedo incluye tanto las respuestas rápidas programadas de forma innata como los mecanismos propios del miedo condicionado.

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