sábado, 15 de diciembre de 2012

EPICTETO DE FRIGIA

Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.
 

No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. 

De lo que hay que tener miedo es propio del miedo
 
En las desgracias hay que acordarse del estado de conformidad con que miramos las ajenas.

No pretendas que las cosas ocurran como tu quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz.

La felicidad no consiste en adquirir y gozar, sino en no desear nada, pues consiste en ser libre.

Si no tienes ganas de ser frustrado jamás en tus deseos, no desees sino aquello que depende de ti.

Si dicen mal de ti con fundamento, corrígete; de lo contrario, échate a reír.

¿Quieres dejar de pertenecer al número de los esclavos? Rompe tus cadenas y desecha de ti todo temor y todo despecho.

El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y un cobardía ceder el paso a los indignos.

Filosofar es esto: examinar y afinar los criterios.

En la prosperidad es muy fácil encontrar amigos, en la adversidad no hay nada más difícil.
 
Sólo el hombre culto es libre.
 
No se llega a campeón sin sudar.
 
El que empieza a instruirse en la filosofía de todo se echa la culpa a sí mismo.
 
El deseo y la felicidad no pueden vivir juntos.
 
Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar.
 
¿Qué ganarías con injuriar a una piedra que es incapaz de oírte? Pues bien, imita a la piedra y no oigas las injurias que te dirijan tus enemigos.

Todos los asuntos tienen dos asas: por una son manejables, por la otra no.
 

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