lunes, 23 de julio de 2012

Cuestión de principios

Señor Sinay: ¿Por qué a veces se hace difícil mantener la fidelidad a los valores en los que uno cree, a los vínculos que nos comprometen? Patricia Maldonado

Ser coherente o fiel no es positivo por definición. Hay ladrones, asesinos, mentirosos, infieles o corruptos que son muy coherentes. Actúan siempre igual. Otra gente es coherente con su egoísmo, con su oportunismo ético, con su capacidad para manipular y engañar. Y hay personas cambiantes en sus adhesiones y conductas, que esgrimen hoy un pensamiento, una cosmovisión o un ideario y mañana se aparecen muy campantes con otro, quizá más preocupadas por un beneficio inmediato antes que por una vida trascendente. Trascender es ir más allá del propio e inmediato interés, del cómodo círculo de pertenencia, y proyectarse en acciones, conductas y actitudes que lleguen a otros y calmen un dolor, provoquen una sonrisa, impulsen un cambio, reparen un daño, alienten una labor o un propósito y dejen al mundo un poco mejor al final del día.

¿Alguien puede decir que esto le resulta inalcanzable o imposible? Nuestra amiga Patricia habla de principios morales. Según el filósofo francés André Comte-Sponville, quizá estos principios no son necesarios desde un punto de vista lógico, pero son subjetivamente indispensables. Contribuyen a darle una columna vertebral a nuestra manera de ser y actuar en el mundo. La dificultad de mantener principios morales no proviene del exterior, del medio social, sino del interior de las personas. Siempre habrá algo que perturbe u obstaculice la puesta en práctica o el mantenimiento de esos principios. Por eso son valiosos. Actuar en consonancia con valores morales es una elección. También podemos dejarlos de lado, falsearlos, vaciarlos o trampearlos. Justamente, la elección da trascendencia a nuestras conductas y actitudes. Las costumbres y tendencias sociales predominantes suelen incitarnos a transitar el camino de lo inmediato y descartable. Si aceptamos no es por obligación, sino por elección. En cuestión de principios no hay excusas. Hay principios
SERGIO SIDNAY
DIALOGOS DEL ALMA
@DIARIO LA NACION

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