domingo, 11 de diciembre de 2011

Una Joya única


A poca distancia reposaban sus camellos, pesadamente cargados, por lo que el viajero comprendió que se trataba de un mercader de objetos de valor, que iba a vender sus joyas, perfumes y tapices, a alguna ciudad vecina.
- «Buen amigo, ¡salud! pareces muy preocupado. ¿Puedo ayudarte en algo?»
- «¡Bah!», respondió el inglés, «la pérdida de una joya no debe ser gran cosa para ti que llevas tesoros sobre tus camellos, y te será fácil reponerla».
- «¡¿Reponerla?!.... ¡¿Reponerla?!», exclamó el árabe. «Bien se ve que no conoces el valor de mi pérdida».
- «¿Qué joya es, pues?», preguntó el viajero.
- «Era una joya», le respondió el mercader, «como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del Tiempo.Adornábanla veinticuatro brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban sesenta más pequeños. Ya ves que tengo razón al decir que joya igual no podrá reproducirse jamás».
- «A fe mía», dijo el inglés, «tu joya debía ser preciosa'. Pero, ¿no crees que con mucho dinero pueda hacerse otra igual?»
- «La joya perdida», respondió el árabe, volviendo a quedar pensativo, 
«era un día, y un día que se pierde... 
no vuelve a encontrarse». 

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