El amor es una cosa mágica
Tanto que una mirada
Antes despintada, deslucida
Se transforma en un lienzo de inmenso colorido
Más pleno,
con más vida
Y tiene brillo lo más opaco del desván
El de las cosas arrumbadas
Porque lo alcanza la palabra de tus ojos
El verbo de tus pestañas
Que caen fulminantes sobre el alma mía
He buscado en los diccionarios antiquisimos
En que pagina tú aparecías
Y en cada línea resonaba tu presencia
La de tus dedos abriéndome la puerta
Las octavas maravillosas de tus labios
Toda la armoniosa música de los te quiero
El intenso jadeo del deseo
Las desarrugadas noches apasionadas
Que surcan el tiempo
Para caer a plomo en estas alboradas
En mi cuarto de múltiples espejos
Se refugió el ruiseñor de la esperanza
Ese que canta sin desmayo
Aun ante el vacío de los aguaceros
Ese que sufrió ante la ausencia de su amo
El que detrás del eco doloroso de los ayes
Continúo afilando su trino tan certero
El que aposto a los amaneceres llenos
A la plenitud de las mañanas venideras
El que creyó que uno en soledad era la muerte anunciada
Que el mundo se construye solo en la otredad
De la negritud de tu mirada
El que acepto ser reinventado
en el mas dulce de los besos
El de los trinos del alma enamorada
A ese pájaro que muto en flor enardecida
La que viro a caricias desplegadas
A ese no lo ha asesinado la daga envilecida
Como cada estación del año
Que llega involuntaria
Arribó el más terrible de los inviernos
Aplanó cada sentimiento noble
Los que lejos de su desaparición
Irrumpieron con el tiempo nuevo
Tomaron al poeta de su pluma
Lo instalaron frente a su hoja blanquecina
Y el bardo empezó a reescribir
En el borde mismo del delirio
garabateando con firmeza
El amor me espera de nuevo en una esquina
Roberto Brindisi
